Solo fluir......
Dejar que lo que suceda, ocurra. Que lo que ocurra, suceda. Que el corazón guíe, y los pasos sigan sus huellas. Mirar al frente, y no predeterminar el futuro. Dejarse llevar por las cosas simples de la vida, no perder el tiempo en lo inerte. Sentir los latidos del corazón y a ratos volar. Soñar, y luchar porque la vida sea la utopía de los sueños encarnados.


"La magia va, viene, vuela. ...

Nace en los ojos, en la mirada,

en el alma, en el corazón.

Se feliz con la magia del Camino,

vuela libre con ella,

y que nada ate tu corazón.

Quiere a los que caminan contigo

y se feliz con ellos.

No llores por los que van más adelante o más atrás.

Vive el presente en el que la magia nos une a todos"



“Cada uno está hilando y tejiendo un mundo mágico en torno de sí mismo... Y cuando se comprende esto, las cosas comienzan a cambiar. Entonces puedes modificarlo, mejorar y transformar tu mundo.."

martes, 29 de septiembre de 2009

MARIA MAGDALENA


MARIA MAGDALENA

Entrelazado con el terna central de la identidad del Santo Grial. el papel de María Magdalena es primordial en El Código Da Vinci. Brown sigue el enfoque sobre María Magdalena el libro El enigma sagrado. analizado en otra entrada. En esta obra se expone la teoría de que María Magdalena era la mujer de Cristo y la portadora de Su descendencia: a saber, una niña llamada Sara, que posteriormente dará a luz a toda la dinastía del linaje de David. Esta dinastía llegará a con‘ertirse en la línea sucesoria de reyes merovingios de Francia, que finalmente pasará a la clandestinidad y será protegida por una sociedad secreta conocida como el Priorato de Sión.

Esta es la teoría, pero ¿qué datos tenemos sobre la María Magdalena que aparece en el Nuevo Testamento?

El apelativo de «Magdalena» se cree que proviene del hecho de que María era oriunda del pueblo de Magdala. Se la menciona sorprendentemente poco en el en Nuevo Testamento, y sus apariciones pueden situarse en cuatro momentos definidos: como parte del séquito de un viaje, en la Crucifixión, en el entierro de Cristo y como testigo de la Resurrección.

Hay algo que sí se puede decir con toda seguridad: la creencia largamente sostenida de que María Magdalena era una prostituta arrepentida es falsa. En realidad, la idea de que era una prostituta es, por lo visto, un error. En el siglo VI, el papa Gregorio I hizo una solemne proclamación de que María Magdalena era una pecadora, una prostituta arrepentida, pero en realidad estaba mezclando a tres mujeres diferentes, además de interpretar erróneamente a Lucas: 7 y 8. Desde luego, la Iglesia no ayudó a corregir esta situación, ya que, hasta 1969, fecha en que el Vaticano emitió una tímida retractación, no se dejó de sostener que María era una mujer descarriada.

En los Evangelios se puede ver que María juega un papel muy similar a un discípulo. Está con Jesús en tres de sus momentos claves: lo observa mientras es crucificado, ayuda en Su entierro y es la primera persona que se encuentra con Cristo resucitado. Estos hechos la hacen importante, como mínimo, en el plano simbólico y pueden explicar el hecho que Pedro sea tan despectivo con ella, como se verá más adelante.

Hay alguna prueba de que hubiera una relación más íntima entre la Magdalena y Jesús? Lamentablemente, el Nuevo Testamento nos falla a este respecto. La lectura convencional de los Evangelios no nos da pista alguna de una posible relación entre ambos: de hecho, el silencio sobre el asunto resulta ensordecedor. Sin embargo, una vez afirmado esto, deberíamos recordar que el texto del Nuevo Testamento, tal como lo conocemos hoy, ha pasado por muchos procesos de edición y de añadiduras. También ha pasado por muchas traducciones hasta llegar a ser lo que es ahora. Así que, ¿qué hay de las fuentes al margen de los Evangelios tradicionales?


Uno de los llamados Padres de la Iglesia, Hipólito en sus comentarios sobre el Cantar de los Cantares, sí que parece mencionar a María, si bien de una forma un tanto indirecta:

Por si acaso las mujeres apóstoles dudaban de los ángeles, Cristo mismo fue a ellas para que fueran apóstoles de Cristo y, mediante su obediencia, rectificaran el pecado de la antigua Eva.

Después, pasa a relatar cómo Cristo se mostró ante los apóstoles varones y dijo: «Soy Yo quien se apareció a esas mujeres y Yo quien quiso enviároslas como apóstoles».

En el Evangelio de Felipe (63: 33-6), uno de los llamados Evangelios Gnósticos encontrados con el tesoro de Nag Hammadi en Egipto, se utiliza un lenguaje más confuso para describir una posible relación íntima entre Jesús y María Magdalena. En este texto se dice que Jesús solía «amarla más que a todos los discípulos» y que solía «besarla a menudo en la boca», actitud por la cual los discípulos varones se ofendían. Aunque no hay en ello indicio alguno de auténtico matrimonio o de convivencia, en el lenguaje copto en que están escritos los textos se utiliza para describir a María la palabra koinonos, que ha sido traducida por Susan Haskins (en su libro María Magdalena, mito y metáfora, de 1993) como «consorte» o «compañera».

Uno de los textos de Nag Hammadi es conocido como el Evangelio de María. En él encontramos una referencia al hecho de que ella era la destinataria de la revelación, para gran disgusto de los apóstoles varones. En dicho Evangelio (17:10-18), encontramos que Andrés duda de que María viera realmente a Cristo resucitado y que Pedro pregunta: «Ha hablado el Salvador con una mujer sin nuestro conocimiento y a escondidas?». Y continúa: «La prefiere a nosotros?». Más adelante, en el mismo texto, Levi reprende a Pedro, diciéndole: «Si el Salvador la ha hecho digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Seguro que el Salvador la conoce muy bien. Por eso la amaba más que a nosotros».

Lo que nos muestran estos textos es que las figuras de las mujeres seguidoras de Jesús bien podrían haber tenido un estatus más alto de lo que se nos quiere hacer creer, aunque no aclaran la cuestión principal de sí Jesús y María eran marido y mujer. En lugar de ello, nos ofrecen sugerentes atisbos y posibilidades y dan pie a líneas de pensamiento y teorías basadas en tal suposición. Debemos recordar que los textos antes citados son solo unos pocos de los cientos de textos relativos a este periodo.

Una teoría de los autores de El enigma sagrado intrigante y que incita a la reflexión es que la historia recogida en el Nuevo Testamento sobre las Bodas de Caná, en la que Jesús realiza el milagro de convertir el agua en vino, podría ser, en realidad, un relato distorsionado de la propia boda de Jesús. Esta teoría tiene mucho a su favor y bien puede ser una de las pistas principales para zanjar esta polémica. Esto y el hecho de que en aquel tiempo se habría esperado que Jesús, como judío que era, se hubiera casado, son caminos que merecen ser seguidos por el investigador en ciernes.

Nos quedamos, pues, con las siguientes conclusiones:

• El personaje de María Magdalena en el Nuevo Testamento bien podría haber tenido una relación más íntima con Jesús de lo que se pensó en principio.

• María estaba con Jesús en momentos clave de la historia, particularmente en Su muerte, entierro y resurrección.

• No hay pruebas directas en los textos que hoy por hoy conocemos, ni tampoco en los Evangelios,

que corroboren la hipótesis de que Jesús y María estuvieran casados. Ni siquiera los Evangelios hallados en Nag Hammadi (en 1945) se pronuncian con pruebas (o carecen de ellas) respecto a este tema, salvo una referencia de Felipe a una posible consorte. ¿Qué le ocurrió a María después de la muerte de Cristo? Según la tradición católica, María Magdalena murió en Éfeso, donde vivió junto con María, Madre de Jesús, y Juan, el supuesto autor del cuarto Evangelio. Sin embargo, esta tradición cuestiona una leyenda del siglo vi, mencionada por Gregorio de Tours, que establece que un documento aún más antiguo ofrece la versión de que María Magdalena viajó a Aix-en-Provence, en Francia, con el séquito de San Maximino. Esta historia parece ser la catalizadora de las teorías de la Sang Real («sangre real» o linaje de sangre real de Cristo) de nuestro tiempo. En los círculos gnósticos también se conoce a María Magdalena como la «amada», con lo que, de nuevo, se la relaciona con la hipótesis de una unión con Jesús. Si se quiere averiguar más acerca de las ideas sobre las que se basa esto, merece la pena leer La mujer de la vasija de alabastro, de Margaret Starbird. Esta misma autora, en su libro de 1993 La diosa en los Evangelios, afirma que, según el antiguo sistema hebreo de la guematría, o simbolismo numérico, el nombre «María Magdalena» y su correspondiente cifra en este sistema «153» indican que, en este contexto, María era la «diosa». Starbird también cree que María pasó mucho tiempo en la floreciente y pujante ciudad cosmopolita de Alejandría. De nuevo, esto explicaría los muchos mitos y leyendas que han surgido en torno a este personaje, como podemos ver por los numerosos cultos a la Magdalena que surgieron por todo el Mediterráneo en los primeros siglos de nuestra era.

Como se puede ver, la teoría de un linaje de Cristo no es muy innovadora en sí misma, pero la de que fue María Magdalena la que le dio un hijo parece ser ciertamente muy moderna (véase la entrada Enigma sagrado, El para obtener más información sobre esto). Ha surgido también toda una industria en torno a la Magdalena vista como encarnación de la Divinidad Femenina, que representa, en cierto modo, el espíritu de la Madre Diosa. Este es un acercamiento totalmente diferente a la teoría de la línea de sangre, en la medida en que está basado más en la metáfora y en el simbolismo que en la auténtica realidad material. Parecería lógico que el papel de María Magdalena fuera o bien el de consorte de Jesús o el de personificación de la Divinidad Femenina. Sería difícil cumplir con ambos papeles, a no ser que sean atributos muy posteriores, como parece ser el caso.

La historia de María Magdalena está envuelta en mitos, leyendas y simbolismos. Ella ha llegado a representar y sostener el papel del mismísimo espíritu de la antigua diosa venerada por todo Oriente Medio y Europa hace miles de años. Que estuviera casada con Jesús o que le diera un hijo son cuestiones que, simplemente, no se pueden probar por lo que sabemos a día de hoy. Estas historias permanecen envueltas en mitos, pero están llamadas a ganar fuerza con el paso del tiempo. Los dos mil años de represión de lo femenino velarán porque así sea.

lunes, 28 de septiembre de 2009

LEYENDA DE CAMELOT

Fue un milagroso día de Navidad cuando Arturo sacó la espada de la piedra. Entre toda la multitud que se agolpó para presenciar la hazaña, no había nadie más asombrado que el propio Arturo. “¿Dónde está Merlín?”, pensó, seguro de que el mago le había permitido realizar la hazaña por medio de magia. Pero Merlín no apareció.
Ya entrada la noche, mucho después de que todos se habían acostado, Arturo velaba todavía, pensando si su destino, en efecto, era ser rey “Te necesito, maestro”, oró. De pronto vio una luz por debajo de la puerta. Se puso de pie de un saltó y la abrió, pero no era el mago. Era Kay, su hermano adoptivo.
“¿Cómo te encuentras?”, le preguntó Kay. Arturo no supo qué decir, pero al entrar de nuevo en la habitación, respiró profundamente. “Alza un poco más la luz”, dijo. Kay alzó la vela y la luz alumbró tres objetos que habían aparecido en la cama de Arturo: un muñeco de paja, una honda rota y un espejo agrietado.
“¿Ves esas cosas?” , preguntó Arturo con voz extraña. Kay se mostró confundido. “Las veo, pero no significan nada para mi.
“Pedí la ayuda de Merlín y aparecieron estas cosas. Este muñeco fue mi primer juguete”, dijo Arturo levantándolo. “Debía de tener dos años cuando Merlín lo hizo para mi. Esta honda rota la hice con la piel de un venado y una horqueta cuando tenía ocho años. Este espejo agrietado lo encontré en el bosque cuando tenía doce años. ¿Sabes qué tienen en común?” Kay sacudió la cabeza. “Fueron las cosas más importantes que tuve, cada una en su momento, y ahora míralas”.
“Basura inservible”, murmuró Kay
“Sin embargo, siento una enorme dicha al verlas porque sé que Merlín ha estado conmigo todo el tiempo. Verás, Kay, cuando tenía dos años solamente deseaba juguetes; cuando tenía ocho sólo deseaba cazar golondrinas y ardillas; y cuando tenía doce sólo deseaba mirarme en el espejo para saber si a las niñas les parecería apuesto o feo. Aunque dejé atrás todas esas cosas, cada una de ellas fue un peldaño para llegar a este momento. También algún día depondré la corona, aunque sea mi único deseo y destino ahora”.
Kay era un alma simple e intrépida que reverenciaba a la monarquía. Por lo tanto se escandalizó. “¿Por qué habría alguien de deponer la corona?”, preguntó asombrado.
“Porque llegará el momento en que será tan trivial como un muñeco, tan inútil como una honda rota, y tan vana como un espejo. Creo que eso es lo que Merlín quiso que viera”.

Los magos jamás condenan el deseo. Fue siguiendo
sus deseos como se convirtieron en magos.
Todo deseo nace de un deseo anterior. La cadena
del deseo jamás termina. Es la vida misma.
No consideres inútil o equivocado ninguno de tus deseos
— algún día todos se cumplirán.
Los deseos son semillas a la espera de la estación
propicia para germinar. De una sola semilla
de deseo nacen bosques completos.
Aprecia cada uno de los deseos de tu corazón,
por trivial que parezca. Un día, esos deseos triviales
te conducirán hasta Dios.

Se puede encontrar más en "El sendero del mago", de D Chopra.


Haz lo que quieras, mientras no dañes a nadie.